viernes, julio 03, 2009

Mano


mano
Cargado originalmente por Enrique D'Ottone
Desde que tengo memoria, te recuerdo con tu pelo blanco, tus ojos claros y tus manos grandes, muy grandes. ¿Como no iban a ser grandes? Grandes para proteger a tantos hijos. Grandes para acariciar a tantos nietos. Grandes para enfrentar tanta adversidad. Grandes para sembrar tantas esperanzas.

Hoy tu pelo está más blanco y suave que nunca, tus ojos no han perdido su luz y tus manos siguen siendo tan grandes como entonces. Grandes para abarcar tanta historia, tantas vivencias, tantos recuerdos. Grandes para dar tanto amor y para recibir tanto cariño.

Algún día esas manos se extenderán para decir adiós, pero no quiero pensar en ese momento. Prefiero sentir que en cada momento de mi vida, esas manos toman las mías y me guían, me palmean en la espalda y me alientan y ¿por que no? a veces se apoyan en mi brazo para que sea yo quien pueda llevarte, porque vos ya estás cansado.

jueves, julio 02, 2009

Acerca de la gripe A H1/N1

Aunque soy médico no pretendo escribir una nota científica. Tampoco una nota sociológica porque no soy sociólogo, pero sí quiero dar un enfoque humano porque soy parte de la humanidad y libre de opinar como cualquier habitante de este planeta.
Me molesta profundamente la ligereza e irresponsabilidad que tienen algunas personas cuando "tiran" información sobre este grave problema y dicen cosas como que fue creado intencionalmente para que los laboratorios generen más ganancias, o dislates por el estilo.
En mi país, entre ayer y hoy, murieron las primeras cuatro personas víctimas de esta enfermedad. Yo me pregunto: si sus familiares leyeron la información anterior y la creyeron ¿como se sentirán ahora, pensando en que su ser querido fue víctima de la ambición?
Si quieren saberlo, yo también pienso que el tema de este nuevo virus es un problema económico. Pero no en el sentido de gente inescrupulosa que mata a otra gente (que también los habrá, no seamos tan ingenuos) sino en un sentido más real del que muy poco he oído hablar. Se habla de que, por lo menos en Uruguay, puede haber picos de ausentismo de hasta 30%. Eso significa que las escuelas funcionarán con 30% menos de maestros, la seguridad estará a cargo del 70% de los policías. Los centros asistenciales tendrán una mayor carga de trabajo, pero 30% menos de médicos y de enfermeras. Las fábricas verán disminuir su productividad, el país su competitividad... ¿Les parece una visión demasiado materialista? Yo no lo creo. Porque esa generación de riqueza que se pierde es la misma que me permite darle de comer a mis hijos, mantener la seguridad social, disminuír la pobreza. No entremos en la discusión de como se usan los recursos. Lo cierto es que si los recursos dejan de generarse (o disminuyen fuertemente) no existe ni siquiera la opción de usarlos bien.
También se cuestiona que se da a esta enfermedad mayor difusión que a otras enfermedades que causan muchas más muertes y están arraigadas desde hace mucho tiempo en países pobres del planeta. Y yo pienso que es lógico. Este problema es nuevo, y hay que buscarle solución. Los otros problemas son viejos y las soluciones ya han sido planteadas. O bien han existido dificultades para ponerlas en práctica o bien se trata de un problema político que no es mi intención, ni este es el lugar apropiado, para comentarlo.
En resumen: tratemos el tema de la gripe A H1/N1 responsablemente. No importa que opinemos diferente. Que cada cual diga lo que responsablemente sienta que debe decir, pero sin tomarlo a la chacota o, mucho menos, generando intencionalmente confusión que daña, y mucho, a quienes dicen defender.

martes, junio 30, 2009

La espera


La espera
Cargado originalmente por Enrique D'Ottone
La bombilla en cruz, como indica la tradición y la espera, el momento previo, al sabor amargo, tibio y espumoso de un mate bien preparado.

martes, junio 02, 2009

Cumpliendo años en un día gris.

Hoy he cosechado cuatro docenas de años. Algunos ya están totalmente abiertos, y muestran todo su esplendor. Otros son apenas capullos que aún tienen encerrado todo su potencial.
En este momento, en que seguramente he pasado ya la mitad de mi vida, me siento suficientemente joven para entenderme con los jóvenes y suficientemente viejo para entenderme con los viejos.
No tengo casi arrugas en mi rostro pero, más importante aún, no las tengo en mi corazón. Abordo con la misma pasión de hace veinte años las cosas que me entusiasman y lucho con la misma fuerza de siempre contra lo que creo que está mal.
Puedo decir que no hay años malos y años buenos. Hay años lindos y años feos, pero todos aportan su cuota de experiencia y sabiduría.
Lo importante es que no hayan años perdidos. Pero los años se componen de meses, los meses de días, los días de horas y las horas de minutos. Por eso es importante que en cada minuto, en cada segundo, en cada instante de nuestras vidas estemos con la mente y el corazón abiertos, dispuestos a aprender, a experimentar, a desarrollarnos. Crecer y mejorar, siempre, en todo momento. Ese es mi lema.
Te doy las gracias, Señor, por estos años que me has permitido vivir y por lo que en ellos recibí. Y ojalá sea tu voluntad concederme muchos años más de vida, y poder ver que este mundo loco de hoy se convierte en un mejor lugar para vivir donde mis hijos, vela y timón de mi existir, puedan también crecer y mejorar, y prolongar en ellos mi existencia. Y que yo pueda poner mi granito de arena para que así sea.

sábado, marzo 07, 2009

Mis recuerdos del Misericordista

No se por que, pero esta noche se me dió por recordar a mi querido Colegio y Liceo Misericordista. En realidad nunca lo olvidé, pero hoy lo recuerdo con mucho más fuerza.
Comencé allí en primero de escuela, con 5 años, hice toda la primaria, secundaria, bachillerato y después di clases de biología por un año.
Hoy tengo 47 años y puedo decir, con toda propiedad, que aún sigo aplicando lo que aprendí en el Mise. No sólo lo curricular, también, y más que nada, los valores.
¡Como no recordar con tanto cariño a los maestros y profesores!
Mi maestra de primero, Susana Fossati, puro cariño.
Mi maestro de segundo, Luis Taboada. Creo que era paraguayo, grandote (o por lo menos yo lo veía así). Un día que había faltado mi maestra de primero y yo no quería ponerme en la fila le dije "yo no voy porque Ud. no es mi maestro"... en realidad yo era un niño muy dócil, pero me salió decirle así. Me levantó de un brazo en el aire y me puso en la fila. Pero era realmente bueno, actuaba con autoridad, no con autoritarismo (valga la frase hecha).
Mi maestro de tercero y de cuarto: el hermano Camilo, italiano, era bastante mayor y muy, muy culto. Y sabía realmente transmitir sus conocimientos.
Y en quinto y sexto, el hermano Carlos. Un argentino que era un verdadero personaje. Muchos lo recordarán por su defecto físico (le faltaba una mano), pero yo más que nada lo recuerdo porque era un maestro de escuela y un maestro de vida, siempre dispuesto a escuchar, aconsejar, comprender, ayudar. Y los más díscolos se acordarán de la suegra y de la novia, sus cañas (la suegra gorda y la novia finita) con la que tocaba a los que no se portaban como era debido.
Junto a ellos, desde la dirección, el hermano Enrique, el hermano Jorge, el hermano Faustino, a quien no llegué a tener como maestro, y otros a quienes conocí más en la época del liceo.
Al comenzar la secundaria, el colegio se hizo mixto... antes éramos todos varones. El primer día de clases estábamos todas las niñas de un lado y todos los varones del otro... hasta que llegó Fugazot y nos ordenó sentarnos uno y uno... ¡que vergüenza nos daba!
Allí comencé a tener más trato con Hugo Fugazot y con Susana González, a quienes recuerdo con muchísimo cariño.
Mis profesores de Biología, Vicente Pírez y Omar Fugazot (hermano de Hugo), que tuvieron definitiva influencia en mi vocación por la medicina.
Reina Stupino, la profesora de música.
Nany Suárez en geografía, Freire en matemáticas... y unos cuantos más cuyos nombres lamentablemente no alcanzo a recordar (y unos pocos, muy pocos, de los que prefiero no acordarme).
La inolvidable experiencia del coro, con el que ganamos varios concursos, dirigidos por otra Reina (no recuerdo el apellido).
Rebellato y el fantástico grupo de historia. Una experiencia fantástica. Recorrimos todo el interior, con uniformes de soldados de la época colonial, salíamos en los diarios, hicimos guardia y guiábamos en el Cabildo de Montevideo, aprendimos, nos divertimos, nos "soltamos" de nuestros padres... en fin, crecimos. De Rebellato nunca supe más nada, creo que se había ido para España. Todos le envidiabamos la moto que tenía, una Zanella negra preciosa.
Y, por supuesto, los compañeros, algunos de ellos "de toda la vida", desde la escuela: Adriana Correa, Susana Montero, Isabel Iglesias, Lilián Carrasco, Sandra Marotta, Dorita Palumbo, Analía Denis, Silvia López, Ermitas Moreira, Mirta de la Cruz (¡mi compañera de banco!), Loreley Pera, Myriam López, Héctor Jueguen, Edgardo Franqui, Carlos Olivera, Jorge Cocchiararo, Alfredo Delpréstito (o "del puestito" como le decíamos nosotros), Alberto Méndez, Fernando Férnandez, Pablo Caligiuri, Gerardo Confalonieri, Gabriel de Souza, Sergio Isola, Antonio Abelenda, Sylvia Calcagno, Bibiana Bidegaray (del Humanístico, yo estaba en biológico)... y perdón a todos los que no me vienen a la mente ahora.
Teníamos una barrita con la que todos los sábados íbamos a los bailes de Lulo Loureiro, generalmente a Galería Cristal o a veces a otros lados, íbamos Carlos, Lilián y su hermana Silvia y a veces se agregaba alguno más. Los domingos nos íbamos al Club Colón (porque pasaban rock, en cambio los sábados era baile de cumbia, que odiábamos). A la vuelta, hacíamos tiempo hasta las 7, porque en el Bar Rover, de San Martín y Propios, sacaban bizcochitos caseros, calentitos...
Cuando teníamos horas puente en el liceo, nos escapábamos a la casa de Franqui a escuchar rock... allí aprendí a apreciar a Deep Purple, que aún hoy me gusta.
Por esa época, también empezaba a picar por primera vez el bichito del amor, a veces con compañeras de otras clases (no voy a dar nombres, porque soy un caballero...). Me acuerdo que a veces dejábamos cartitas anónimas pegadas en la parte de abajo de los bancos, con la esperanza de que en el otro turno se sentara allí una chica bonita, ¡cuanta ingenuidad!.
¿Cómo se va a olvidar uno de eso? El colegio fue sin dudas, un segundo hogar, pasé ahí casi la cuarta parte de mi vida, aprendí cosas y viví experiencias que me van a acompañar por el resto de mis días.
Bonfiglio y la cantina (hasta futbolito tenía), González, la librería, el árbol de grafiones ("cerezo") que se veía desde el muro del patio (¿todavía estará?)...
Nada... sólo quería escribirlo y compartirlo con ustedes y que si alguien de los que mencioné lo llega a leer, sepa que los recuerdo con todo mi afecto y cariño.