viernes, enero 25, 2013

Una mujer volando con el viento


No era tarde aún. Bea volvía a su casa. La tormenta estaba cada vez más fuerte y su rostro estaba empapado de lluvia... y lágrimas.

Nunca podría olvidar lo que había visto aquella noche. Ni perdonarlo.

Llegó, abrió la puerta, fue a la cocina y eligió un puñado de pastillas del placard, que tomó casi sin agua.

Se dió una ducha caliente y así como estaba, se acurrucó en la tibieza de su cama y cayó en un profundo sueño.

La ventana se abrió de golpe con el viento y Bea se vió volando a través de la ventana. Tal vez por el calor de las mantas, o por esa extraña sensación de felicidad que sentía, no tenía frío, a pesar de que el viento era muy fuerte.

Debajo de ella veía las luces de la ciudad, y más adelante el amplio espacio oscuro del Río de la Plata. Cuando llegó a estar sobre él, las nubes comenzaron a despejarse y la luna, con su cara siempre triste, asomó tímidamente.

El viento cesó de golpe. Y Bea, cayó, cayó, cayó...

(Inspirado en un tweet de @Bea_Shrink)