jueves, noviembre 28, 2013

Si quieres vivir plenamente, cuelga los impermeables.

¿Qué es la felicidad?. Yo creo que la felicidad, al igual que la excelencia, que la calidad y que tantas otras cosas en la vida, no es algo que se tiene o no se tiene. Creo que es un proceso, un continuo de infinitas gradaciones de la felicidad. Aún en nuestros peores momentos, siempre hay algo de felicidad. Nunca somos totalmente desgraciados. Y aún en aquellos momentos en que nos sentimos muy felices, siempre hay algo que hace que esa felicidad no sea completa. Sin embargo, hay momentos en que nos creemos total y absolutamente felices, y otros en que nos creemos total y absolutamente desgraciados. Y eso, ¿por qué? Yo creo que andamos por la vida vestidos con impermeables, con "pilots" como decíamos hace unos años. Y tenemos un impermeable blanco y uno negro. El impermeable blanco nos protege de que nos empapen los sentimientos y emociones negativos. La envidia, la ira, el odio, el rencor, la codicia, el dolor, la tristeza... Pero claro... es blanco. Al cabo de un tiempo, se va ensuciando de negatividad y lo dejamos de usar, mientras lo limpian. Y nos ponemos el impermeable negro. Este impide que nos moje la belleza, la simpatía, el amor, la sencillez, la humildad... Cuando usamos el impermeable blanco, nos sentimos total y absolutamente felices, porque nos resbala todo lo negativo. Lo propio... y lo ajeno. Somos impermeables a lo que nos agrede y poco nos importa la desgracia de los demás. Somos felices, y vivimos encerrados en nuestra felicidad. Y cuando usamos el impermeable negro... ¡Ah! cuando usamos el impermeable negro nos sentimos el individuo más desgraciado del universo. Nada nos gusta, nada nos conmueve, todo nos resulta poco, sentimos que el mundo se nos viene arriba. ¿Saben qué? Hace ya un tiempo, yo dejé mis dos impermeables bien al fondo en mi ropero. Y trato de no usarlos. ¿Qué locura, no? Pudiendo usar siempre el impermeable blanco, para pasar por esta vida feliz, y protegido de la amargura. O podría tener varios impermeables blancos, para ir cambiando a medida que se ensucian. Hay gente que pasa toda su vida preguntándose cual es el sentido de la Vida. Y no se han dado cuenta de que el sentido de la Vida es sólo uno. Y muy simple... La Vida es para vivirla. Así, sin más. Y vivir implica llorar, reír, emocionarse, tener momentos más alegres que otros, sufrir, amar, rebelarse, enojarse, reconciliarse... Los impermeables tienen un defecto. No dejan que nuestro cuerpo respire bien, porque son impermeables para todo lo que entra. Pero también para lo que tiene que salir. El impermeable negro no deja que saquemos nuestras emociones negativas hacia el exterior, para que podamos sentirnos aliviados y permitirnos compartir esa carga pesada con alguien que nos quiera ayudar. El impermeable blanco, no deja que saquemos de adentro nuestro todo lo bueno que tenemos para compartir. Lo dejamos encerrado entre nuestro ego y nuestra alma. Y sólo lo disfrutamos nosotros. Pero, peor aún, no deja que podamos probar nuestros límites. Darnos cuenta que, sin ser perfectos, podemos resolver situaciones que pensábamos que no íbamos a ser capaces de resolver, soportar cargas que pensábamos que no íbamos a poder llevar. En fin, que somos un poquito más perfectos de lo que nosotros mismos creíamos ser. Dejemos de usar nuestros impermeables. Eso sí... no los tiremos a la basura. Si, en algún momento, la desgracia nos abruma, podemos ponernos, por un ratito nomás, hasta recomponernos y tomar fuerzas, el impermeable blanco. Se va a ensuciar rápido, sí. Pero un ejército de tintoreros con forma de familia, amigos y buena gente que nos rodea, lo limpiará enseguida. Además, vamos a usarlo un ratito, nomás. El impermeable negro, dejémoslo ahí. Colgadito en su percha. Para recordarnos que todo, pero todo, lo que pasa en nuestras vidas, nos da experiencia y sabiduría.