viernes, abril 28, 2006

Lluvia triste


ojitos y lluvia
Originally uploaded by Jaschemina.
Las gotas de lluvia
se confunden con mis lágrimas.
Mis mejillas mojadas,
y mi corazón ardiente.

¡Cómo duele la vida,
si no puedo tenerte!

¿Por qué no valgo nada
si para otros valgo tanto?
¿Por qué ella te tiene
sin merecerte?

Algún día vendrás
a llorar en mis brazos,
y será el renacer
después de algunos años.

Serás de nuevo para mí
aquel muchacho tierno
seré de nuevo para tí
algo más que sólo un cuerpo.

Seremos uno sólo
los dos, alma con alma
Seremos uno sólo,
nada, ni ella,
nos separa.

jueves, abril 27, 2006

Ya no estás...


Una luz de esperanza 3
Originally uploaded by Enrique D'Ottone.
... y te fuiste hacia allá con el viento, a jugar con los ángeles del cielo.
Miro ese cielo y busco en cada estrella un rastro de tu sonrisa, de esa sonrisa que me cautivó, de esa que se perpetuó en tu rostro antes de partir, de esa que luego de hacerme reír me hizo llorar; lo miro y encuentro que en cada estrella hay un poco de tí, y siento que no me has dejado solo; que en cada noche sales a ver que ha sido de mí y veo que me sonríes desde cada estrella, mientras la luna nos mira con su rostro triste, enjugando sus lágrimas con alguna nube viajera.

Agua niña


Amanece en Atlántida
Originally uploaded by Enrique D'Ottone.
Eres como el agua a los campos,
sin ti no viven
contigo se anegan.
A veces manso rocío,
a veces lluvia furiosa,
das vida cuando ríes
das muerte cuando lloras.
Si te tomo entre mis manos
escapas entre mis dedos,
el cristal de mi copa
no puede atraparte.
Oh, agua niña
niña agua.
Me refresco en tu orilla
y perezco en tu seno.
Tú refrescas mi cuerpo
y sofocas mi alma.
Fresca caes por las noches
te evaporas y desapareces en las mañanas.
Pasas por el cielo como una nube,
vagando sin rumbo y sin alas.
Tú ocultas el sol,
tú apagas la llama,
das vida a la tierra,
alimentas mi alma.
Llueva, llueva sobre mí,
la lluvia cura mis llagas,
y al caer sobre mi cuerpo
se mezclará con mis lágrimas.

Mujer, mar, viento y casitllo


Amanece en Atlántida
Originally uploaded by Enrique D'Ottone.
Hoy conocí a una mujer. Conocía su cuerpo, sus cabellos, la ternura de sus ojos, la dulzura de su voz.
Pero hoy la conocí a ella.
Así como todos hemos nacido con dolor, así con dolor nació este conocimiento.
Pero así como la maravilla de un recién nacido nos hace olvidar el sufrimiento, así la maravilla de este conocimiento me lo calmó.
A veces conocer a una mujer como ella, es estar a la orilla del mar, con una gran tormenta. El espectáculo es desgarradoramente hermoso, pero sus palabras a veces nos inundan, traban nuestros mecanismos y destruyen nuestras estructuras. Pero luego sale el sol y ese mismo mar-ella se encarga de sepultar los restos de lo que ya no sirve, para que todo se vuelva a construir, muchas veces más sólido y mejor que antes.

Otras veces es como el viento de Setiembre, ora calmo, tranquilo y arrullador, ora veloz, arrachado y violento; pero siempre inalcanzable, intangible.
Sabemos que está allí, lo sentimos; pero no podemos atraparlo, aunque hagamos el esfuerzo.
Sin embargo igual mueve nuestro molino, a veces suavemente, a veces con una fiereza capaz de destruirlo.

Otras veces parece un gran castillo, sólido y fuerte (por lo menos en apariencia). En algunas ocasiones, me baja su puente levadizo y me deja recorrer su interior, pero siempre quedan rincones ocultos, habitaciones cuya utilidad desconozco, espacios cerrados; hay patios claros y soleados y subsuelos oscuros y tristes.

Hoy la conocí.

Me gustaría poder dominar el mar, el viento, la tormenta; conocer el castillo hasta en su rincón más profundo.
Pero eso está vedado al hombre común. Y si por algún medio pudiera hacerlo no lo haría. Soy cobarde, me alejo de la orilla del mar cuando hay tormenta, freno mi molino si el viento es fuerte; temo recorrer algo más que el exterior del castillo, pese a que del foso alguien quitó los caimanes.

Tal vez es mejor así.

De esta manera me sigue gustando sentarme a la orilla del mar, dejarme acariciar por la brisa, contemplar la magia del castillo.
Pero ¿cómo preguntarle al mar si le gusta mecerme con sus olas?¿y al viento si le gusta mover mi molino?¿y al castillo si le gusta que descubran sus secretos?

No hay respuesta a estas preguntas. O por lo menos no hay palabras que las respondan. En todo caso, algunas sensaciones.

miércoles, abril 19, 2006

luna rizada


luna rizada
Originally uploaded by Enrique D'Ottone.
Nunca sabremos si vemos las cosas tal como son o si lo que "vemos" es una mera interpretación que nuestro cerebro hace de millones de puntos de luz, que por un complejo proceso en el que intervienen mediadores químicos diversos y complicadísimos mecanismos de la física, forman una imagen que es, en definitiva, lo que nosotros creemos ver. Pero, después de todo ¿que importancia tiene esto? Lo que importa es la sensibilidad que tengamos para descubrir la belleza, dondequiera que ella esté.

martes, abril 18, 2006

Ilusión 3


Ilusión 3
Originally uploaded by Enrique D'Ottone.
El vértigo de nuestras vidas, muchas veces no nos deja disfrutar del día a día. Muchas veces invertimos muchas de nuestras veinticuatro horas de hoy en soñar con lo que no alcanzamos o en lamentar lo que perdimos, en lugar de dedicar ese tiempo a disfrutar lo que tenemos y que quizá no dure para siempre. Hay veces en que la felicidad es efímera y tenemos que poseer la disposición espiritual para disfrutarla en el aquí y ahora en que ella se produzca.

Amanece en Atlántida


Amanece en Atlántida
Originally uploaded by Enrique D'Ottone.
Y cada día amanece también dentro de nosotros. Cada vez que abrimos los ojos en la mañana, con más o menos mal humor (porque sonó el despertador, lloró el bebé o ladró el perro del vecino), renacemos una vez más a la vida y cambiamos nuestra relación con el mundo. Cada día es diferente al anterior. Y cada día además nos aportará algo de experiencia para ser usada en el día siguiente. Y así a lo largo de todas nuestras vidas. Ya lo dijo alguien antes, no recuerdo quien, pero cada día que pasa es uno más que vivimos, y uno menos que nos queda por vivir. Pero también cada día que comienza es una nueva oportunidad de ser mejores, cada día un poco más buenos, más cariñosos, más justos, más humanos.

La Atlántida está desierta

¿Que recuerdos habrán quedado escondidos en esta playa, ahora desierta?. Cuántos amores fugaces habrán durado sólo un verano. Cuántos amores duraderos habrán comenzado entre esta arena y este cielo. Cuántos pensamientos invisibles a los ojos, son perceptibles en nuestro corazón cuando vemos este lugar.